Tras legalizar la marihuana, en Uruguay anticipan una nueva revolución agrícola

«Dentro de 10 años, en Uruguay, la venta de marihuana en farmacias será una anécdota. El futuro está en el aprovechamiento industrial del cáñamo, una de las variedades del cannabis, cuyo rendimiento potencialmente mayor al del cultivo de la soja, lo colocaría al frente de la siguiente revolución agrícola de nuestro país‘ . Mercedes Ponce de León habla sin parar. Explica, retrocede, aclara. Su voz en el teléfono se entremezcla con ruidos y algaradas de niños. En un instante se detiene, pide disculpas y, retóricamente, pregunta, al urbi et orbi de su casa de Rocha: «¿Alguien puede ver qué le pasa al nene? Por favor, que estoy al teléfono y con el bebé en brazos». Pasan unos segundos, se escuchan algunos ruidos y Mercedes, productora de eventos, cultivadora, trotamundos de 32 años y madre de una nena de 4 años y un varón de 9 meses, vuelve a su rol de vocera de Uruguay Siembra, una de las entidades que organiza la ya regionalmente famosa «Expocannabis Uruguay», para ampliar su explicación: «El cáñamo es uno de los productos agrícolas más versátiles de la naturaleza y es utilizado para producir más de 25.000 productos, entre los que se encuentran papeles, textiles, cosméticos, combustibles, pinturas, ropa, alimentos, materiales aislantes y de construcción, medicinas, bioplásticos, entre otros».

El cáñamo es una planta distinta de la de marihuana aunque ambas pertenecen al mismo género. Son distintas variedades del Cannabis Sativa L. La forma más popular de diferenciarlas es por el nivel del contenido que tienen en THC, como se llama el cannabinoide que provoca el efecto psicoactivo que es la base del uso recreativo. La marihuana tiene, en general, mucho, y el cáñamo tiene un nivel muy bajo, de ahí que se lo llama también “cañamo industrial”, dado su uso como materia prima.

Aunque desde el gobierno de Uruguay se empeñan en aclarar que la legalización del cáñamo y la normativa que lo rige no tiene relación con la legalización de la venta de marihuana en farmacias, no hay duda que la mirada sobre sus posibilidades es una consecuencia directa, en la atención social y mediática, de la ley que permitió comercializar el cannabis en esos puntos de venta, al mismo tiempo que admitió el autocultivo doméstico; y la adhesión a un club canábico, como las tres vías posibles para su acceso en el vecino país.

Ponce de León, que recorrió el mundo para descubrir las realidades del cannabis en países como Marruecos, Holanda, España, Gambia, Senegal, Colombia y Estados Unidos, explicó a El Cronista que «se suele pensar que la producción en cáñamo es pequeña y poco relevante». Sin embargo, -advierte- los números muestran lo contrario. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación reportó que en el año 2011 la producción mundial de semilla de cáñamo fue de 94.065 toneladas. China produjo la mayor parte (46.800 ton), seguida por Francia (44.425 ton), Chile (1.300 ton), Ucrania (800 ton) y Hungría (500 ton).

«Además, el mercado de fibras también presenta números interesantes. El principal sector del mismo es el de las pulpas especiales para papeles de cigarrillo y aplicaciones técnicas, con el 70 – 80% del mercado. Francia es el principal consumidor de la fibra de cáñamo en este sector. Aproximadamente 25.000 toneladas de fibras naturales se utilizaron en la industria automovilística europea en el año 2002. El sector de la construcción, referido a la utilización materiales aislantes, consume el 5% de las fibras de cáñamo. Otros sectores de aplicación representan aproximadamente el 1% incluyendo calzados y lechos de animales, entre otros», se entusiasma.

Según informaron a El Cronista desde el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay hoy existen 9 empresas que se encuentran autorizadas a sembrar cáñamo industrial en el Uruguay. De las 9, ocho operan efectivamente, para sumar, entre todas 1200 hectáreas, aproximadamente y 12500 mts2 en invernáculos. A los proyectos aprobados se suman hasta la fecha dos en proceso de evaluación.

Las empresas autorizadas y operativas, tienen como fin principal, la producción y exportación de flores de cáñamo, así como la producción de fibras y producción de semillas de cáñamo, señalaron.

Creado en el marco de la Ley N° 19172, de 2013, el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA) es una entidad clave en Uruguay. Alberto Castelar Rodríguez integra su directorio desde su condición de director General de Secretaría de Estado de la cartera de Ganadería.

Castelar Rodríguez coincide en que que el cáñamo «posee diversas aplicaciones potenciales tanto en la industria textil, construcción, alimentación, papelera, y farmacéutica» . Sin embargo, el funcionario aclara que el cultivo del cáñamo se encuentra en una etapa de «desarrollo primario, por lo cual es aventurado predecir las posibilidades de adaptación y expansión en Uruguay, si como, su impacto potencial económico».

Aunque contenido por cierta cautela institucional, Castelar Rodríguez deja traslucir en sus palabras que también es optimista respecto de las perspectivas del cáñamo: «Si bien no existe hasta la fecha una cadena agroindustrial vinculada a cáñamo, basados en el interés demostrado por inversores privados en la presentación de proyectos de producción, las perspectivas de desarrollo del cultivo en Uruguay son auspiciosas para los próximos años‘.

Explicó que, en el corto plazo, se espera un aumento de la producción tanto en exterior como en interior ‘indoor‘, de flores de cañamo, con potencialidad para extracción cannabinoides no psicoactivos (CBD, CBG,CBC, etc), ya sea para producir suplementos dietarios, como especialidades farmacéuticas de uso medicinal y con fines industriales. En el mediano plazo, se vislumbra un aumento en el área de siembra de cáñamo para grano, el cual tendría 3 destinos promisorios. a) El de exportación de semilla a contra estación, para otras latitudes, b) el de producción de aceite comestible, y c) el de grano pelado y partido para consumo humano. En el largo, es de esperar un aumento significativo del área, principalmente en el norte del país dado por condiciones agroecológicas más favorables, principalmente con destino a fibra y cañamiza, las cuales pueden utilizarse para materiales de construcción y productos de mayor valor agregado como biopolímeros.

A Mercedes Ponce de Leon nadie le saca de la cabeza la idea de que el cáñamo superará a la soja como pilar de una nueva revolución agrícola: «A medida que la Regulaciones sobre el cannabis de los países avancen y las semillas de cáñamo, por ejemplo, puedan ser consumidas por la población mundial los números crecerán exponencialmente. Es importante tener en cuenta que las semillas de cáñamo contienen más proteínas que cualquier otra semilla, son muy oleaginosas y ricas en vitaminas y aminoácidos, y lo más destacado es que posee dos ácidos grasos esenciales -Omega 3 y Omega 6- que el organismo no produce, y que deben ser adquiridos a través de la dieta».

Y agrega: «Las fibras del cáñamo, materia prima para varias industrias incluida la industria textil, tienen extraordinaria resistencia y durabilidad. Ello se debe a que estas largas fibras además de celulosa tienen lignina -alrededor de 8 a 10%-, lo que les confiere su notable resistencia. Otras características son su resistencia al moho, sus propiedades naturales antibacterianas, su poder de absorción -mayor que el algodón-, lo que permite excelentes teñidos. Además, el cáñamo es bloqueador de la luz ultravioleta, mantiene las formas de las prendas y no se arruga».

“La planta de cannabis tiene un ciclo estimado de 120 días, por lo tanto en casi todo el mundo (depende del clima) se puede tener varias cosechas anuales. Por otro lado esta planta no necesita la utilización de muchos agroquímicos y cuando se cosecha genera abundante biomasa para el suelo y lo ayuda en su recuperación”, completa Mercedes.

Fuente El Cronista