El Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos le pidió a los visitantes no lamer a los llamados sapos psicodélicos para buscar una reacción alucinógena, porque algunos son tóxicos y al hacerlo se arriesgan a una enfermedad grave.
Por muy sabroso que parezca, debes abstenerte de lamer el sapo del desierto de Sonora, advirtió el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos (NPS por sus siglas en inglés).
El NPS advirtió en Facebook a los visitantes que tuvieran cuidado con el sapo del desierto de Sonora, también conocido como sapo del río Colorado.
El anfibio es uno de los sapos más grandes que se encuentran en América del Norte, ya que mide hasta 18 cm, según la publicación de Facebook. El sonido que emite es un característico «chillido de tono bajo», dice el NPS.
«Como decimos con la mayoría de las cosas que encuentran en un parque nacional, ya sea una babosa tipo banana, un hongo desconocido o un sapo grande con ojos brillantes en medio de la noche, por favor absténganse de lamerlo», dijeron las autoridades.
Estos sapos, que se encuentran en todo el suroeste de Estados Unidos y parte de México, también tienen otra característica única: tienen «glándulas parótidas prominentes que segregan una potente toxina», de acuerdo con el NPS. Las glándulas parótidas están situadas justo detrás de los ojos del sapo.
Para defenderse de los depredadores, esos sapos segregan una sustancia lechosa que contiene varias toxinas, entre las cuales está la 5-MeO-DMT, un compuesto psicoactivo que provoca efectos alucinógenos.
Estas toxinas pueden enfermar a algunas personas si toca el sapo o se meten uno en la boca, pero son especialmente peligrosas para otros animales. Las toxinas emitidas por un sapo del desierto de Sonora pueden ser suficientes para matar a un perro adulto, según el Museo del Desierto de Arizona-Sonora.
Entre los humanos, las toxinas se han explotado con otros fines. Cuando se fuman, las toxinas tienen un potente efecto psicodélico.
Poseer el veneno del sapo, conocido como bufotenina, es ilegal en algunas partes de Estados Unidos, según el zoológico. Científicos también han advertido que la creciente demanda de secreciones del sapo del desierto sonorense podría poner en peligro a la especie.