Los jóvenes que fuman marihuana y beben alcohol tienen mejores orgasmos y función sexual en general que sus compañeros que se abstienen o consumen menos, según concluyó recientemente un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Almería en España.
Dado que la literatura científica existente sobre el impacto del consumo de alcohol y drogas en el funcionamiento sexual es contradictoria -encontrando tanto beneficios como perjuicios-, un equipo de investigadores de la Universidad de Almería diseñó el nuevo estudio observacional para analizar su afectación con tres encuestas de uso común para detectar el posible consumo de riesgo de alcohol y cannabis, así como los cambios en el propio funcionamiento sexual.
Entre enero y junio de 2020, los investigadores evaluaron a 185 mujeres y 89 hombres de entre 18 y 30 años que eran consumidores habituales de cannabis o alcohol o que no lo eran, excluyendo a los que consumían otras sustancias como opiáceos o MDMA, además de descartar a aquellos con enfermedades preexistentes como la depresión y la diabetes, que podrían tener un impacto negativo en su rendimiento sexual.
«La función sexual mejora en los jóvenes que son consumidores de cannabis de alto riesgo con un riesgo moderado de consumo de alcohol, lo que se traduce en un aumento del deseo, la excitación y el orgasmo», según el estudio, publicado a finales del mes pasado en la revista Journal Healthcare. «Esta mejora suele ir asociada a una reducción de la ansiedad y la vergüenza, lo que facilita las relaciones sexuales».
Los consumidores de cannabis obtuvieron puntuaciones más altas que los no consumidores tanto en la escala general de funcionamiento sexual como en las subescalas de excitación y orgasmo. Y los que más consumieron cannabis obtuvieron puntuaciones más altas en el funcionamiento sexual y la excitación que los consumidores moderados. No se encontraron diferencias en las subescalas de deseo y orgasmo entre los consumidores moderados y los intensos y no se detectaron diferencias entre los hombres y las mujeres que respondieron a la encuesta.
En cuanto al consumo de alcohol, no se encontraron diferencias significativas ni en la función sexual general ni en ninguna de las subescalas medidas, entre los participantes que bebían y los que no bebían. Sin embargo, hubo diferencias estadísticamente significativas en función de los niveles de consumo de alcohol, lo que podría sugerir algunos resultados dependientes de la dosis.
Según el estudio, los que declararon haber bebido mucho obtuvieron una puntuación más alta en el cuestionario de función sexual total y en la subescala de excitación que los que no bebieron en absoluto. Además, los participantes con un consumo elevado obtuvieron puntuaciones significativamente más altas en el cuestionario total y en la subescala de orgasmo que los participantes con un consumo moderado. Sin embargo, los participantes que declararon una dependencia del alcohol ya existente obtuvieron puntuaciones significativamente más bajas que sus compañeros cuyo consumo se evaluó como un mero riesgo de dependencia.
Los estudios más antiguos que anteriormente hallaron algunas pruebas de disfunción eréctil entre los consumidores de alcohol más intensos pueden haberse visto influidos por la edad avanzada de los encuestados, según el equipo de investigación del nuevo trabajo, que se centró en individuos de entre 20 y 30 años, «donde la disfunción eréctil es menos común».
Quedan dudas sobre los diferentes tipos de relaciones sexuales (a largo plazo o esporádicas o inestables) que mantienen los consumidores frecuentes o si existe alguna correlación entre el consumo y el tipo de relación.
El equipo de investigación también advirtió que este estudio no captó ninguna de las posibles consecuencias a medio y largo plazo del consumo excesivo de alcohol y cannabis, incluida cualquier posible propensión a realizar prácticas sexuales menos seguras debido a la embriaguez.
Dado que el aumento del deseo, la excitación y los orgasmos en los jóvenes que son consumidores de cannabis de alto riesgo con un riesgo moderado de consumo de alcohol, suele estar asociado a una reducción de la ansiedad y la vergüenza, lo que facilita las relaciones sexuales, el estudio pidió que las futuras prácticas de educación sexual se centren en estrategias que reduzcan la vergüenza y la ansiedad, para evitar que los jóvenes desarrollen posibles problemas de dependencia de las drogas y el alcohol más adelante en sus vidas.
