Damián Raña tiene 27 años y siempre vivió en Ensenada, Argentina. El 23 de junio la Policía se lo llevó de su casa junto a bolsas con marihuana que cultivó para tratar fuertes dolores. Su padre reclama su libertad.
El relato que sigue lo contó la familia de Damián Raña a La Izquierda Diario. Todo lo que se cuenta sucedió, no hay ni exageraciones ni confusiones. De allí que la historia sea realmente trágica, porque queda en evidencia un modus operandi policial-judicial que, inevitablemente, debe estar repitiéndose en cada ciudad, en cada pueblo, en cada barrio, con la complicidad total de gobernadores, ministros e intendentes.
“¿Tenés más?”
Era la 1:30 de la madrugada del domingo 23 de junio cuando la Policía Bonaerense desplegó un inesperado operativo en la calle Bossinga entre Barragán y Cestino de la ciudad de Ensenada, Argentina. La fuerza represiva afirma que recibió una llamada anónima que aseguraba haber visto a desconocidos por los techos de las casas.
En una cuadra poblada de comercios la Policía tocó los timbres, pidiendo entrar donde era atendida, para “revisar los techos”. Al final no encontraron a nadie ni en los techos ni en los patios.
En dos de esas casas (separadas por una carnicería) viven los Raña. Damián esa noche no estaba, pero enterado del operativo volvió en un remise. Al ser abordado por los efectivos creyó que podía dejarlos pasar sin mayores precauciones. Ellos, supuestamente, estaban preocupados por buscar “desconocidos en los techos”.
Pero al pasar por la cocina uno de los policías distinguió una rama de marihuana de no más de 20 centímetros. “¿Tenés más de esto?2, le preguntaron. Damián no solo dijo que sí sino que aceptó mostrarles lo que tenía. Inesperadamente, uno de los policías pidió por teléfono a la fiscalía una orden de allanamiento.
Llamaron a un joven que pasaba por la calle para que hiciera de testigo, pero no le mostraron el procedimiento. Retiraron de un cuarto algunas bolsas con cogollos, flores y hojas. Solo eso. En la casa no había elementos de pesaje ni de corte, ni frascos, ni siquiera productos típicos de una pyme de cultivo. Nada.
Según lo que la Policía firmó en el acta, en total se hallaron cinco kilos de marihuana. Pero ni siquiera el joven testigo participó del pesaje, solo lo hicieron firmar el acta y le mostraron en general lo incautado. Todo irregular.
El crimen de querer vivir mejor
Las bolsas y Damián fueron cargados en el móvil policial, sin ofrecer el joven resistencia alguna y casi en estado de shock. Lo llevaron a la Comisaría 1° de Ensenada, al día siguiente lo trasladan a la 11° de Ringuelet, donde pasaría diez días hasta que el el fin de semana del 3 de julio lo alojaron finalmente en la Alcaidía 2 de La Plata. Ya lleva 43 días detenido injustamente.
Luis, el padre de Damián, en diálogo con este diario afirma que todo esto es una locura. No puede creer que a su hijo lo tengan detenido por “producción, tenencia y productos para producción” de marihuana, cuando en verdad todo esto tiene un trasfondo médico que lo tiene al mismo joven como protagonista.
Damián nunca había tenido ningún tipo de conflicto con la Policía, lo cual hace aún más angustiosa su situación y la de su familia. Porque el fin último de la cosecha de Damián es morigerar dolores en el cuerpo producto de un trágico accidente vial ocurrido el año pasado.
El 20 de junio de 2018 Damián viajaba como acompañante en un auto por las calles de Ensenada. Otro coche los embistió de frente. El impacto le hizo explotar el fémur derecho y le comprimió un pulmón. De este último se pudieron salvar dolo dos tercios. En la pierna le quedaron esquirlas de fémur clavadas en la carne, que hasta que el propio organismo las consuma generan constantes coágulos y fuertes dolores.
“Eso que se llevaron era la primera cosecha que hizo Damián para producir el aceite y la crema de cannabis para tratarse el dolor de la pierna”, dice Luis con indignación mientras prepara las cajas de analgésicos “legales” para llevarle a su hijo a la Alcaidía.
“Por ahí plantó de más, no sé, pero no puedo creer que por eso tenga que estar preso y pasar por todo esto”, se lamenta el padre, buscando una explicación al asunto.
Un joven laburante
Damián estudió dos años Veterinaria y luego se dedicó al comercio. En sociedad con su hermano pusieron una pizzería en el centro de La Plata. Funcionó un par de años, hasta que la sociedad se disolvió y él buscó otro rumbo. Ahora trabaja en una panadería propiedad de su suegro, quien a su vez es médico. La compañera del joven, como su padre, también es médica y acompaña el tratamiento con cannabis convencida de que está bien y es lo mejor para él.
“Se equivocan quienes piensan que Damián puede ser un vendedor de marihuana, las pruebas están a la vista, es un pibe limpio y laburador”, explica Luis. Sin embargo se angustia porque, pese a esas evidencias, “no se sabe qué va a pasar con él, cuánto tiempo más va a tener que estar preso sin razón”.
Previo a la feria judicial el Poder Judicial le negó a la defensa de Damián tanto la excarcelación como el cambio de carátula. Como los Raña apelaron la medida, ahora la resolución de la situación está en manos de la Cámara de Apelaciones, que deberá determinar si Damián sigue preso o no.
“Ojalá entre fines de esta semana y principios de la próxima Damián ya pueda estar en su casa, al menos con arresto domiciliario”, desea Luis. Por lo pronto, ya está ordenado un estudio ambiental de la casa materna, lo que hace pensar en la posibilidad de una resolución de ese tipo.
Una pelea contra un sistema
Desde hace un tiempo la defensa de Damián está en manos de un abogado oficial y la familia evalúa comenzar a ser patrocinados por una organización especializada en tratar estos casos, donde la prepotencia estatal y la arbitrariedad contra las libertades democráticas individuales están a la orden del día.
Sin salir todavía de su asombro por el caso, el padre de Damián reflexiona sobre lo que está pasando su hijo, buscando una explicación más de fondo. “El aceite de cannabis no lleva nada que sea ilegal, no tiene otra cosa que lo que te provee la propia tierra y lo que podés comprar en cualquier supermercado. Es como si criaras gallinas y viniera el Estado a decirte que no podés comerte los huevos. Es delirante», sentencia.
Y avanza un paso más. “Hay que decirlo claramente, si yo fumo o uso aceite y el Estado me impide cultivar, me está obligando a salir a comprar afuera, es decir que terminan promoviendo el narcotráfico aquellos que dice que lo persiguen y prohíben”, dice sin dudar. Y finaliza afirmando, con bronca, que “todo esto se explica por que hay un gran negocio detrás que lleva a que se persiga a jóvenes como Damián”.