Trabajadores De La Construcción Son Más Propensos A Abusar De Las Drogas

Un estudio indica que los trabajadores de la construcción y los mineros son mucho más propensos otros profesionistas a abusar de los opioides, la cocaína y la marihuana.

Los trabajos manuales son difíciles y laboriosos, y a veces implican una labor física intensa realizada en situaciones peligrosas. Pero un nuevo estudio encuentra que el trabajo de la construcción también acarrea otro riesgo: un aumento en el de abuso de medicamentos y drogas.

Los trabajadores de la construcción y los mineros son mucho más propensos que las personas de otras profesiones a abusar de los opioides, la cocaína y la marihuana, mostró la investigación.

Los trabajadores de la construcción y de la minería usan opioides recetados con una frecuencia mucho mayor que todas las demás profesiones en conjunto: un 3.4 frente a un 2 por ciento, muestra un análisis de los datos de una encuesta federal de EE. UU.

Esos trabajadores manuales también son más propensos a usar cocaína: un 1.8 por ciento reportan el uso, en comparación con un 0.8 por ciento en todas las demás profesiones.

Los trabajadores de la construcción también fueron los segundos respecto a las probabilidades de usar marihuana. Solo las personas en los trabajos orientados al servicio usaban más marihuana: un 12.3 frente a un 12.4 por ciento. Todas las profesiones excepto la construcción y la minería tienen un uso promedio combinado de un 7.5 por ciento.

Los resultados concuerdan con estudios anteriores que encontraron que los trabajadores de la construcción tienen una tasa de muerte por sobredosis que es de seis a siete veces más alta que el promedio, señaló la investigadora principal, Danielle Ompad, profesora asociada de epidemiología en el colegio de Salud Pública Global de la Universidad de Nueva York, en la ciudad de Nueva York.

«Francamente, nuestro mundo no existiría sin esas personas», enfatizó. «Los trabajadores de la construcción y los mineros ayudan a que nuestro mundo funcione. Debemos asegurarnos de que puedan permanecer empleados y que tengan las vidas más sanas posibles».

Ompad y su equipo basaron sus hallazgos en datos de encuestas federales recolectados entre 2005 y 2014. Compararon a los trabajadores de construcción y minería (un 5.6 por ciento de los 293,500 encuestados) con personas de otras 13 categorías laborales.

Ompad advirtió que los hallazgos no significan necesariamente que todos los trabajadores estén drogados en el trabajo.

No está claro a partir de estos datos si las personas usan en el trabajo o usan en casa», dijo.

La naturaleza de alto riesgo y físicamente exigente del trabajo de construcción y de la minería es la explicación más probable de todo ese uso de medicamentos y drogas, planteó Ompad.

«Experimentan bastante dolor, y no solo por las lesiones», dijo Ompad. «Creo que les recetan opioides a muchos, y cuando los médicos dejan de recetar los opioides y siguen con dolor, continúan usándolos de cualquier forma».

Comentó que es probable que los trabajadores usen la cocaína para que los ayude a mantenerse alertas.

Se trata de ser productivos», aseguró Ompad. «Están cansados. Es un trabajo duro. Y creo que la cocaína ayuda a algunas personas a trabajar mejor o más tiempo».

Es probable que el estrés asociado con esos trabajos (tanto la naturaleza del trabajo como el hecho de que con frecuencia el empleo es temporal y precario) fomente el uso de la marihuana para relajarse, añadió.

Los trabajadores de la construcción y los mineros que habían estado desempleados en la semana anterior o que trabajaban para tres o más empresas fueron más propensos a usar marihuana o a abusar de los opioides recetados, encontró el estudio.

Pat Aussem, directora de contenido y desarrollo clínico del Centro de la Adicción en la ciudad de Nueva York, revisó el estudio y se mostró de acuerdo con la interpretación de Ompad sobre la encuesta.

«Estos hallazgos no son sorprendentes dados los peligros del trabajo de construcción y minería, junto con las probabilidades de un empleo inestable, lo que sin duda resulta en una falta de cobertura de seguro y de tratamiento de las necesidades de atención de la salud», apuntó Aussem.

El uso de drogas se asoció con el ausentismo de los trabajadores.

Los que faltaron de tres a cinco días al trabajo en el mes anterior debido a una enfermedad o lesión tenían el doble de probabilidades de estar abusando de los opioides, mostraron los resultados. Los trabajadores manuales que usaban marihuana eran más propensos a haber faltado uno o dos días en el mes anterior porque no tenían ganas de trabajar.

Las políticas sobre las drogas en los lugares de trabajo parecían ser más efectivas para controlar el uso de la marihuana que el uso de la cocaína o de los opioides, encontraron los investigadores.

En específico, las pruebas de alcohol en el lugar de trabajo, las pruebas de drogas durante el proceso de contratación, las pruebas aleatorias de drogas, y estar en una empresa que despida a los empleados con una prueba de drogas positiva se asociaron con unas probabilidades más bajas de uso de marihuana.

Esas políticas no tuvieron ningún efecto en el uso de opioides, y solo las políticas sobre las drogas por escrito se asociaron con una reducción en las probabilidades de uso de cocaína, encontró el estudio.

Ompad dijo que esos trabajadores no deben ser penalizados por su uso de medicamentos y drogas.

Que alguien use una sustancia no significa que no pueda ser un magnífico empleado», enfatizó.

«No demonicen a las personas por usar medicamentos y drogas. Tenemos una tendencia a pensar que todo el que usa tiene un uso problemático, y que todo el que usa, tenga o no un uso problemático, tiene dificultades que resultarán problemáticas. Es probable que en la inmensa mayoría de las personas no sea así».

Aussem planteó que los médicos pueden ayudar al orientar a los trabajadores lesionados a «opciones no farmacéuticas«, como la acupuntura, el masaje y la fisioterapia.

«Ayudar a estos trabajadores y a otros en situaciones similares requerirá de un método multifacético, que incluya pruebas y tratamiento para el abuso de sustancias, además del acceso a una gestión del dolor agudo y crónico que sea asequible», añadió.

El estudio se publicó el 30 de octubre en la revista Drug and Alcohol Dependence.

Con información de New York Times