¿Qué tienen en común Amsterdam y Uruguay?

A primera vista pareciera que, en materia de política sobre cannabis, Uruguay sigue los pasos de Holanda y sus “coffee shops”. En un análisis más profundo, el humo de las apariencias se disipa.

Según la versión oficial del gobierno holandés, los llamados coffee shops «pueden vender cannabis bajo ciertas y estrictas condiciones”. Los coffee shops, precisan las autoridades, «son establecimientos en los cuales puede ser vendido el cáñamo, pero no se pueden consumir ni vender bebidas alcohólicas.” Todo lo anterior, dicen, es parte de la política de tolerancia vigente desde hace décadas en Holanda. La columna vertebral de dicha política es la presunción de que «las drogas suaves son menos dañinas para la salud que las drogas duras.”

En estos términos, la palabra tolerancia significa que «la venta de drogas suaves en los coffee shops implica un crimen no grave, que el ministerio público no persigue en el caso de estos establecimientos.” Tampoco son penalizados los consumidores en posesión de bajas cantidades de drogas suaves. En el caso del cannabis, esto significa que está tolerado tener hasta 5 gramos de cannabis (marihuana o hachís), o hasta cinco plantas de cáñamo.

«Puertas abiertas”

¿Cuáles son entonces las «estrictas condiciones” bajo las cuales el gobierno holandés tolera el funcionamiento de los llamados coffee shops? Éstos, dicen las autoridades, «no deben causar ningún desorden. No está permitida la venta de drogas duras. No está permitido vender cannabis a menores de edad. No está permitido hacer publicidad a las drogas. No está permitida la venta en grandes cantidades (más de 5 gramos) en una sola transacción.”

Originalmente, las autoridades también mantenían la llamada política de «puertas abiertas” para los coffee shops. Esto significaba que cualquiera, sin importar su procedencia, podía acudir a los locales y comprar marihuana, bajo las condiciones antes descritas.

El 1 de enero de 2013 entraron en vigor medidas que en teoría acababan con tal política. Se comprobó, según las autoridades, que «se presenta mayor criminalidad en las zonas próximas a los coffee shops que en las demás.” Por ello, la nueva política pretendía desincentivar el consumo de cannabis entre turistas y paseantes, y encapsularlo en consumidores locales. ¿Cómo? Mediante la imposición de la obligatoriedad de demostrar residencia en Holanda, así como la mayoría de edad.

Aplicación parcial

La medida funciona solo en parte. Se deja a discreción de la municipalidad la aplicación práctica de estas disposiciones, con lo cual en el caso de Amsterdam, la «puerta cerrada” se volvió a abrir, por lo menos parcialmente. A los interesados, los «coffee shops” les ofrecen menús especiales con una amplia variedad de cannabis. Para quien lo necesite, hay personal que aconseja sobre cada tipo de yerba y sus posibles efectos. Al final, los vendedores pesan la mercancía, registran la compra, y entregan el producto. Éste no puede ser consumido en público. En los coffee shops tampoco se puede tomar alcohol, ni fumar tabaco, entre otras normas.

Del mismo modo, a principios de 2017 entró en vigor otra normativa que prohíbe el establecimiento de coffee shops a menos de 250 metros de algún centro educativo.

El cóctel de criminalidad y medidas para combatir a ésta ha causado una drástica disminución en el número de cofee shops en Amsterdam. Según la revista The Economist, en 1995 había 350 establecimientos en esa ciudad, mientras que hoy subsisten 167. Otra política inhibe el establecimiento de nuevos coffee shops, de modo que este número no crecerá.

DW estuvo en Amsterdam y pudo constatar algunos de estos efectos. Otro es el silencio de quienes manejan algunos de los famosos coffee shops de Amsterdam. Ninguno accedió a hablar ante cámaras y micrófonos de DW. Las razones: temor ante posibles multas, la mencionada prohibición de «hacer publicidad” a las drogas, y la mala fama que la criminalidad ha impuesto a los coffee shops. También se adujo el derecho a la privacidad de los clientes. Una cosa quedó en claro: los consultados por DW en coffee shops de Amsterdam saben que Uruguay emula algunas de las políticas holandesas, y que en el país sudamericano funciona ya una variante de los coffee shops europeos.

El caso de Uruguay

Mientras en Holanda las autoridades trataban de poner candados a la operación de los coffee shops, en Uruguay fue promulgada la Ley 19.172, el 20 de diciembre de 2014. Al igual que en los Países Bajos, la norma uruguaya impone el registro de consumidores, que en este caso deben ser ciudadanos o residentes permanentes en Uruguay. Como informó DW, la legislación correspondiente contempla para cada consumidor registrado una y solo una de tres vías para obtener marihuana: cultivo doméstico, clubes sociales y farmacias autorizadas.

Entre la normatividad holandesa y la uruguaya hay más semejanzas. En su Artículo 4, la Ley 19.172 estipula que «se encuentra prohibida toda forma de publicidad, directa o indirecta, promoción, auspicio o patrocinio de los productos de cannabis psicoactivo y por cualesquiera de los diversos medios de comunicación.”

¿Coffee shops uruguayos?

En Uruguay, los llamados «clubes de membresía” tienen permitida «la plantación, el cultivo y la cosecha de plantas de cannabis psicoactivo destinado al uso de sus miembros”. El esquema, sin embargo, recuerda más bien al de las «puertas cerradas” holandesas. Los llamados «clubes cannábicos” deben constituirse bajo la forma de asociaciones civiles y no se les permite la venta abierta a consumidores externos. Deberán, según la ley, «tener un mínimo de quince y un máximo de cuarenta y cinco socios”.

En el caso de los clubes uruguayos, podrán plantar hasta noventa y nueve plantas de cannabis de uso psicoactivo. También deben informar a su público acerca de los lineamientos del consumo responsable.

En cualquier caso, los consumidores uruguayos o residentes permanentes en Uruguay deberán inscribirse a partir de este 2 de mayo en el registro oficial. En cuanto a los clubes cannábicos, según las cifras oficiales actualizadas al 28 de abril de 2017, el Instituto de Regulación y Control del Cannabis de Uruguay tiene registrados a 6.617 autocultivadores y 51 clubes canábicos.

Fuente DW