Con la elección del pasado 6 de noviembre, la industria americana del cannabis ha dado un paso determinante. Los ciudadanos de Utah y Missouri aprobaron el uso medicinal, mientras que en Michigan ganó la legalización del uso recreacional. Dakota del Norte, fue la gran excepción, le dijo un no abrumador al uso recreacional, aunque allí se permite el consumo medicinal desde hace dos años.
Gracias a los recientes resultados electorales, dos tercios del país —32 estados en total— aprueban alguna forma de uso legítimo del cannabis y en ese sentido, se despeja el camino hacia la despenalización a nivel federal, de lo cual depende que Estados Unidos pueda disputarle a Canadá el liderazgo internacional de esta industria.
Desde la irrupción de los celulares BlackBerry, Canadá no cuenta con una marca que sea percibida como un verdadero líder global en ningún sector económico. La industria del cannabis les brinda esa oportunidad y para eso vienen los canadienses trabajando desde el 2001, fecha en que la Corte Suprema de ese país creó los mecanismos para que los pacientes tuvieran acceso legal a los beneficios de la marihuana. En febrero de 2018, Canadá pasó a ser el primer país de economía desarrollada en permitir el consumo recreacional.
Otro jugador importante habrá de ser Colombia quien tiene tres grandes ventajas comparativas: la calidad del clima y el suelo, la vocación exportadora y por sobre todo, la proveniencia, uno de los aspectos más valorados en cualquier marca. No cuesta imaginar que en la mente de los mercados internacionales se perciba a Colombia como el origen de la mejor marihuana del mundo. Sin embargo, los colombianos llevan un rezago importante en materia de regulación, pues hay mucha lentitud en el otorgamiento de licencias para el cultivo medicinal y se encuentran a años luz de aprobar el uso recreacional.
Para México, por su parte debe ser muy frustrante ver lo que sucede en países como Canadá. El Congreso ha habilitado el uso médico, científico e industrial pero aún no existe un reglamento que permita desarrollar la industria.
México cuenta con dos grandes ventajas que está desaprovechando: está al lado de Estados Unidos y es un productor natural de la planta, así que no depende de los invernaderos, como es el caso canadiense. Además, en México la marihuana sufre de muchos tabúes atrapada como está en la estrategia fallida de combate al crimen organizado que se realiza desde la época de Felipe Calderón.
Insistimos, la pasada elección de “midterm” aquí en Estados Unidos debería servir para abrir un debate nacional sobre la urgencia de despenalizar el cáñamo a nivel federal. No es posible por ejemplo que la Administración para el Control de Drogas(DEA) todavía clasifique a la marihuana en la misma categoría de la heroína. Esto impide el flujo de dineros hacia la investigación científica y el apoyo del sector financiero a una industria que podría crear más de medio millón de nuevos puestos de trabajo.
Además, las barreras a nivel federal están generando distorciones que ya no pueden ocultarse. Siendo todavía una droga ilegal, el Departamento de Asuntos de los Veteranos por ejemplo está obligado a prescribir, en lugar de marihuana, el uso de opioides para el tratamiento de los dolores y traumas asociados al combate, que sufren los veteranos de guerra, con lo que por cierto, no se hace otra cosa que agregar combustible a una crisis que acaba con la vida de 40,000 americanos cada año.
Por lo tanto, la ayuda de Washington no es apenas fundamental para permitir que Estados Unidos compita en condiciones de igualdad por el liderazgo de una industria emergente, sino es también la forma de permitir que el resto del país pueda disfrutar de las ventajas que el uso de cannabinoides brinda para aliviar un número en aumento de dolencias crónicas como el sida, esclerosis múltiple, dolores, trastornos nerviosos, epilepsia y convulsiones según lo indica la práctica empírica y la investigación clínica.
En ese sentido, la salida reciente de Jeff Sessions como secretario de Justicia abre una oportunidad para ablandar las posiciones del Ejecutivo respecto del uso medicinal y recreacional del cannabis, pues como se recordará, Sessions se cuenta entre los detractores más empecinados de la marihuana.
No está claro aún que pasará si Matthew Whitaker u otro funcionario lo sustituya en forma permanente. En todo caso y por ahora, se abre una ventana para que se produzca una reforma en el corto plazo.