Un estudio muestra el efecto del LSD en las redes semánticas del cerebro y cómo estos resultados se podrían utilizar en la medicina en un futuro cercano.
Han hecho falta más de 40 años para acabar con el estigma social y las estrictas regulaciones de los psicodélicos y comenzar una nueva serie de investigaciones científicas con el fin de averiguar cómo afectan el LSD y otras substancias psicodélicas a nuestro cerebro. Los hallazgos de estos investigadores podrían ayudarnos a comprender mejor nuestra mente y las implicaciones que podrían tener estas sustancias en numerosos tratamientos psiquiátricos.
La dietilamida de ácido lisérgico, o LSD, es una droga psicodélica semisintética que suele estar elaborada con ergotamina, una sustancia química encontrada en el hongo del cornezuelo. Albert Hofmann sintetizó esta sustancia por primera vez en 1938, en Suiza, y en 1943 descubrió sus propiedades psicodélicas. En 1947, el LSD fue presentado como un medicamento comercial para diversos fines, pero en la década de los 60 se prohibió por ser una parte importante de la contracultura de la época.
El LSD se ha utilizado principalmente con fines recreativos al estar considerado como un enteógeno, es decir, un compuesto químico que cataliza experiencias espirituales. Sus sustancias alucinógenas y propiedades psicológicas, como alucinaciones de modelos geométricos, múltiples secuencias de pensamiento o la muerte del ego, lo convierten en un potentísimo psicodélico que ha dejado su impronta en la cultura, arte y filosofía modernas.
ACTIVACIÓN SEMÁNTICA DEL LSD
El 16 de agosto del 2016, se publicó un estudio con el nombre de «La activación semántica del LSD: Pruebas de nombramiento de imágenes«. En este estudio, la investigadora líder Dra. Neiloufar Family analizó el vínculo entre el LSD y el lenguaje. 10 participantes dieron nombre a una serie de fotografías tras habérseles suministrado un placebo, y una semana más tarde, bajo los efectos del LSD. La dosis fue lo bastante fuerte como para que los participantes experimentaran efectos psicodélicos, pero sin llegar al nivel de un viaje. Durante el experimento, el LSD no disminuyó el tiempo de reacción, pero los participantes cometieron más errores con un significado parecido al de las imágenes. Por ejemplo, ante la imagen de un gato, a menudo decían palabras como «tigre», etc.
El LSD parece activar las redes semánticas del cerebro con más fuerza, lo que significa que afecta a la forma en que se almacenan las ideas y palabras en relación con ellas mismas. Cuando una persona percibe una imagen, se le ocurren más palabras pertenecientes a la misma familia semántica. Estos hallazgos son importantes tanto para nuestra comprensión neurobiológica de la activación de las redes semánticas como para su posible uso en el campo de la psicoterapia psicodélica. En el caso de la psicoterapia, los efectos del LSD sobre el habla podrían ayudarnos a acceder a conceptos lejanos en la mente por medio de una serie de asociaciones. O a entender mejor los procesos automáticos que ocurren al expresar nuestro pensamiento en palabras.
OTRAS INVESTIGACIONES Y EL FUTURO DE LA PSICOTERAPIA
Recientemente se han llevado a cabo una serie de estudios sobre el LSD en el Imperial College de Londres. El principal objetivo de estos experimentos era controlar la actividad cerebral de los participantes que se encontraban bajo los efectos del LSD. Por medio de técnicas vanguardistas de exploración cerebral, los científicos midieron el flujo sanguíneo y la actividad eléctrica del cerebro de los participantes, lo que les permitió comprobar qué partes del cerebro se muestran más activas durante un viaje con LSD. Descubrieron que cuando la gente experimenta alucinaciones oníricas bajo los efectos del LSD, la corteza visual, la parte del cerebro que procesa la información proveniente de los ojos, no es la única parte que contribuye al proceso visual. Es más, cuando la gente siente un cambio importante de consciencia durante un viaje con LSD, está experimentando el funcionamiento de un cerebro más unificado. Estos hallazgos indican que durante una experiencia con LSD, las partes del cerebro trabajar más en común, y las líneas que separan sus funciones especializadas empiezan a difuminarse, de ahí el concepto de un cerebro unificado.
Ha hecho falta que transcurran un par de décadas, pero vuelve a existir una tendencia ascendiente en cuanto a la psicoterapia psicodélica. No se puede ignorar el potencial de los psicodélicos en el campo de la psiquiatría y la neurología, y cada día se llevan a cabo nuevos estudios. Sin embargo, el principal obstáculo es la financiación. El público debería saber que estos hallazgos científicos son muy importantes para combatir diversas enfermedades psicológicas, como la depresión o la adicción. Además, nos podría ayudar a comprender mejor nuestra mente y nuestra consciencia, lo que a su vez tendría un efecto aún mayor en la sociedad.
Vivimos tiempos emocionantes en los que se explora el funcionamiento interno de la mente a un nivel totalmente nuevo. Deberíamos aceptar el hecho de que los psicodélicos pueden ser un trampolín para grandes descubrimientos científicos, y averiguar cómo se pueden usar para nuestro beneficio personal. Tal vez, a la larga, el LSD y otros psicodélicos nos ayuden a conocernos mejor a nosotros mismos, lo que podría ser el primer paso para un futuro mejor.