El cáñamo ha sido una fuente importante de alimentos, fibras y medicamentos durante miles de años en el Viejo Mundo. Los documentos más antiguos existentes que describen el uso de las semillas de cáñamo como alimentos y como medicina son procedentes de China. Hay una buena evidencia de que el cáñamo se empezó a usar como fuente de fibra y como medicamento en toda la Cuenca del Mediterráneo, desde levante (Egipto) hasta poniente (Marruecos), varios siglos antes de Cristo (AC).
A mediados del siglo XX, el Cannabis (cáñamo incluido) quedó sometido a un estricto sistema de fiscalización internacional, al quedar comprendido entre las sustancias estupefacientes contempladas en la Convención Única de Naciones Unidas de 1961, piedra angular del régimen prohibicionista aún vigente hoy en día. Como consecuencia de lo anterior, el cultivo del Cannabis pasó a estar virtualmente prohibido, a excepción hecha del cultivo para fines científicos y del cultivo de ciertas variedades con una baja concentración de principio activo estupefaciente, cuyo uso puede permitirse para fines estrictamente industriales, tales como la producción de fibras y semillas. Las variedades de cáñamo industrial en Europa tienen niveles inferiores a 0.2 % de THC (Delta-9-tetrahidrocannabinol).
Semillas de cáñamo como fuente alimenticia altamente nutritiva
Las semillas de cáñamo y sus derivados (como el aceite, la harina, etc) debido a sus propiedades nutritivas, su contenido en ácidos grasos, vitaminas, proteínas y minerales, se recomienda considerarlos como fundamentales para la dieta humana (ver tabla 1 y 2).
Las semillas de cáñamo tienen un sabor característico a nuez y son, de hecho, actualmente incorporados en muchos preparados alimenticios tales como pan, pasteles, galletas, leches vegetales, helados, etc. Cerca del 50% del mercado global de aceite de cáñamo se concentra en la industria alimenticia y suplementos nutricionales.
La otra mitad del comercio mundial se centra en aplicaciones cosméticas (jabones, champús, cremas…) y otros uso industriales (biodiesel, barnices…).
Composición química
Los ácidos grasos esenciales (EFAs) están bien representados en el aceite de semillas de cáñamo. El ácido inoleico “omega-6” (18:2n-6, LA) está presente aproximadamente un 55% y el omega-3 alfa linolénico (18:3n-3, ALA) se encuentra al 20%. Además, se han encontrado cantidades significativas de sus respectivos productos metabólicos como la presencia de ácido gamma linolénico (18:3n-6, GLA) que oscila entre 1-4%, y el ácido estearidónico (18:4n-3, SDA) que se produce alrededor del 0.5 al 2%. Aunque la mayoría de los aceites vegetales tienen al menos alguno de los EFAs, es inusual que contengan cantidades tan altas de ambos, y también es inusual que se encuentren en una proporción de alrededor 3:1 de omega-6/omega-3, siendo esta relación la recomendad para la ingesta humana (Figura 1).
La composición del aceite que se obtiene a partir de la semilla de cáñamo hace que resulte muy interesante debido a los efectos beneficiosos que tiene para la salud.
Además, este aceite también contiene tocoferoles, que pueden reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, cáncer y degeneración macular debida a la edad, además de poseer actividad antioxidante, siendo su contenido en fenoles totales mayor que en otros aceites vegetales, como el de girasol o el de soja. Estos tocoferoles son conocidos por ser importantes antioxidantes que tienen un efecto positivo en la estabilidad oxidativa de los aceites. El tocoferol dominante en las semillas de cáñamo es el γ-tocoferol, seguido por el α-, β- y δ-tocoferol, la misma composición en tocoferoles se puede encontrar en el aceite.
Por otro lado, este aceite es rico en ácidos grasos poliinsaturados (PUFAs) y contiene bajas concentraciones de ácidos grasos saturados. Esto último es lo que lo hace realmente interesante desde el punto de vista nutricional, ya que hoy en día la dieta es cada vez más rica en ácidos grasos saturados y se intenta reducir su ingesta, debido a su relación con el incremento del colesterol total y colesterol LDL y, por tanto, con el riesgo de sufrir enfermedades coronarias.
Cabe mencionar que tanto las semillas como los aceites de cáñamo están libres de gluten.
La harina de semillas de cáñamo es una fuente excelente de proteínas fácilmente digerible. En la figura 2 se compara el perfil de aminoácidos de la proteína total en semillas de cáñamo, soja y huevo. Las concentraciones de proteínas varían entre la semilla de cáñamo entera (25%), las semillas de cáñamo descascarilladas (45%), la soja (32%) y el huevo (11%). La figura 1 ilustra los valores individuales de los aminoácidos por 100 g de proteína para proporcionar una comparación directa entre estos productos.
El reciente interés en las proteínas de cáñamo se ha incrementado debido a su contenido excepcional de aminoácidos que contienen Azufre, es decir, metionina y cisteína y su sorprendentemente alta cantidad de arginina. Esto lo convierte en un complemento nutricional ideal para dietas proteicas, para aumentar la masa muscular.