3 Músicos Que No Volvieron A Ser Los Mismos Después De Abusar Del LSD

Si bien es cierto que muchas sustancias pueden abrir tu mente y ampliar tu capacidad de explorar en el subconsciente, también lo es que las drogas se han llevado para siempre a muchos de los mejores artistas de todos tiempos. Se habla mucho del club de los 27, que incluye a las estrellas del rock que perecieron a dicha edad por sobredosis. Janis Joplin, Jim Morrison y Jimi Hendrix encabezan la lista, tragedias todas que marcaron el fin de carreras astronómicas y consolidaron su leyenda.

Sin embargo, la breve lista que se presenta a continuación rescata a tres figuras neurálgicas en el espinazo de la música contemporánea que muchas veces suelen ser catalogados como casos raros del rock o simplemente música alternativa. Aquí están tres músicos que no volvieron a ser los mismos después de consumir altas dosis de LSD.

Daniel Johnston

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Hay que ser justos con el caso de Daniel Johnston, la epítome del sonido lo-fi, indie e independiente estadounidense. Johnston es un compositor, multiinstrumentalista y cantante originario de Waco, Texas, quien entre los años 80 y 90 generó una legión de seguidores con sus canciones autobiográficas, interpretadas y grabadas con métodos caseros en cassettes cuyas portadas dibujó él mismo. Al entrar en el circuito musical independiente, empezó a juntarse con bandas con los integrantes de bandas de punk alternativo como Butthole Surfers y Half Japanese, en el que experimentó con drogas duras, una verdadera mala combinación considerando sus problemas mentales.

Johnston sufría de bipolaridad y ha estuvo medicado durante años. Jad Fair, guitarrista de Half Japanese, con quien Johnston grabó el disco It’s Spooky (1989), lo invitó un día a probar LSD. Muchos dicen que el deterioro mental de Johnston se convirtió en un verdadero problema a partir de su consumo de ácido y su comportamiento se hizo cada vez más errático. Amenazó a su mánager e intentó atacar a su propio hermano con un tubo. Tras pasar una temporada en una institución, Johnston volvió a su vida, pero apegado a una estricta rutina de medicación que lo hicieron ganar mucho peso y perder ciertas habilidades motoras.

Syd Barrett

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En la película Pink Floyd: The Wall (Alan Parker, 1982), se muestra a un personaje abrumado por la fama y los excesos. Pink, interpretado por Bob Geldolf, en teoría se basa en Syd Barret, uno de los fundadores de la mítica banda británica Pink Floyd. Al igual que Johnston, el consumo excesivo de sustancias hizo muy mala combinación con su disposición a las enfermedades mentales.

Durante su primera gira por Estados Unidos, en la que la banda promocionó su primer disco de éxito, The Piper at the Gates of Dawn (1967), se hizo más que evidente que Barrett tenía un serio problema de adicción a las sustancias, especialmente al ácido. A su salida de Pink Floyd, se enfrascó en un proyecto solitario muy acorde a su ostracismo. Cuando la banda, en franco duelo por «la pérdida» de su amigo, se encontraba produciendo «Shine On You Crazy Diamond», de su álbum Wish You Were Here (1975), Barrett apareció sin avisar en el estudio de grabación sin cabello ni cejas, con bastantes kilos de más y tan confundido que era una persona irreconocible.

Alexander «Skip» Spence

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La psicodelia más pura se vivió durante los años 60 y 70 en San Francisco, cuna del movimiento y del género, muy ligado a la era hippie. La liberación sexual y el uso de drogas eran un torbellino para muchos jóvenes músicos. Alexander «Skip» Spence se hizo famoso por tocar la batería en Jefferson Airplaine, una banda neurálgica del género. Pero también es sumamente recomendable su trabajo en la agrupación Moby Grape.

No obstante, el comportamiento de Spence era cada vez más problemático y pronto se hizo obvio que no funcionaba en ningún grupo. Una noche, Spence, quien experimentaba con cocaína y heroína a menudo, ingirió una enorme cantidad de ácido y simplemente perdió la cabeza. Vivió prácticamente en la indigencia hasta que un día apareció en una habitación de hotel donde sus antiguos compañeros de banda se hospedaban e intentó atacarlos en un verdadero estado de violencia. Lo detuvieron y llevaron a una institución mental, pues se le diagnosticó esquizofrenia y fue fuertemente sedado con torazina por cerca de seis meses. Al salir simplemente se montó en su motocicleta (un mito poco probable dice que en pijama) y condujo sin parar hasta Nashville, donde grabó su único y último disco en solitario, Oar. El álbum es una extraña joya de tonadas lentas y alternativas, compuestas e interpretadas completamente por Spence, como si se tratara de una fantasía inducida, toda una obra de culto.

Con información de CC