La marihuana se vendía como pan caliente en Uruguay, pero los bancos estadounidenses intervinieron

Las farmacias que venden marihuana estaban haciendo un gran negocio.

Después de que Uruguay se convirtió el mes pasado en el primer país en legalizar por completo la venta de marihuana con fines recreativos, algunas de las farmacias tuvieron problemas para cumplir con la demanda de los consumidores.

Pero llegaron las cartas poco amistosas de parte de los bancos estadounidenses.

Las cartas inmediatamente descontrolaron a los funcionarios de Uruguay que trataban de entender la Ley Patriota y otras leyes estadounidenses que podrían acabar con una parte esencial del nuevo mercado de la marihuana de Uruguay.

Los bancos estadounidenses, entre ellos Bank of America, dijeron que dejarían de realizar negocios con los bancos de Uruguay que ofrezcan sus servicios a las venta de marihuana controlada por el Estado.

Con el temor de perder acceso al sistema bancario de Estados Unidos, los bancos uruguayos advirtieron durante las semanas pasadas a algunas de las farmacias que sus cuentas serían cerradas, lo que podría mandar una señal de mayor indecisión internacional mientras otros países, incluido Canadá, planean legalizar la marihuana.

“No podemos mantener una falsa esperanza”, dijo esta semana a reporteros Tabaré Vázquez, presidente de Uruguay, y agregó que su gobierno buscaba una solución.

Enfrentan los mismos retos que los negocios de la hierba han enfrentado en estados de Estados Unidos en los que se ha legalizado el cannabis medicinal y recreacional. Bajo la Ley Patriota, la cual fue aprobada semanas después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, es ilegal para las instituciones financieras de Estados Unidos hacer negocios con distribuidores de ciertas sustancias controladas, incluida la marihuana. Las medidas fueron diseñadas para frenar el lavado de dinero y el tráfico de drogas.

El gobierno de Obama indicó en 2014 que era poco probable que los bancos enfrentaran sanciones por ofrecer servicios a los negocios de marihuana en estados donde la venta es legal, mientras las instituciones monitorearan las cuentas para buscar señales de lavado de dinero y se aseguraran de que sus clientes siguieran los lineamientos estatales. Esto permitió a algunos negocios de venta de marihuana conseguir cuentas bancarias en uniones de crédito, pero los grandes bancos se han mantenido lejos de la creciente industria de la marihuana, al concluir que la carga y los riesgos de hacer negocios con vendedores de marihuana no valen la pena.

“Los bancos son negocios y ellos pueden elegir con quienes quieren tener tratos”, dijo Frank Robison, un abogado en Colorado que se especializa en la regulación de la marihuana. “Desde la perspectiva del sector bancario, la industria de la marihuana podría ser percibida como una pulga en la espalda de un perro”.

Varios negocios de marihuana en estados como Colorado y Washington —el primero en legalizar la marihuana recreativa— han optado por mantenerse como negocios exclusivamente en efectivo.

Otros han encontrado pequeños bancos dispuestos a correr un riesgo calculado.

Pero encontrar una solución para Uruguay puede ser difícil. Las ventas de marihuana representan una pequeña parte del negocio para las farmacias, que actualmente son los únicos negocios con licencia para vender marihuana, y las farmacias necesitan de los servicios bancarios para operar.

De igual manera, los banqueros en Uruguay probablemente decidirán que es mucho más importante mantener buenas relaciones con las instituciones financieras de Estados Unidos que conservar las cuentas de un reducido número de farmacias.

La amenaza de perder sus cuentas bancarias ha llevado a algunas de las quince farmacias que inicialmente firmaron para participar en el nuevo mercado a desistir de las ventas de marihuana, dijo Pablo Durán, un experto legal del Centro de Farmacias del Uruguay, una asociación civil. Otras veinte farmacias que se esperaba se unieran al mercado están en espera de que el gobierno explore posibles soluciones, dijo.

Las regulaciones estadounidenses son contraproducentes, alegan quienes apoyan el mercado legal en Uruguay, porque podrían alentar de manera inadvertida, en vez de prevenir, la venta ilícita de drogas.

Combatir el tráfico de drogas fue una de las principales razones que dio el gobierno uruguayo para legalizar la marihuana recreativa. Los funcionarios pasaron años desarrollando un marco regulatorio complejo que permitiera a las personas cultivar una cantidad limitada de cannabis por su cuenta o comprar la hierba en farmacias a precios más baratos que en el mercado negro, lo cual aportó una estructura legal en la que los legisladores tenían la esperanza de que disminuyera el cultivo y la venta ilegales de marihuana.

“Probablemente no hay un negocio en Uruguay que actualmente esté más controlado que la venta de cannabis”, dijo Durán.

Cuando era candidato, el presidente Trump dijo que los estados de Estados Unidos deberían tener la libertad de trazar su propio camino respecto a la marihuana, y prometió disminuir las regulaciones en el sector financiero. Sin embargo, Jeff Sessions, fiscal general de Estados Unidos, ha sido un duro crítico de la legalización y ha comparado la marihuana con la heroína.

Ahora, algunos miembros de la industria de la marihuana se preguntan si el gobierno de Estados Unidos resolverá el conflicto entre sus leyes bancarias y las crecientes reformas para legalizar la marihuana para usos medicinales y recreativos alrededor del mundo. Los lineamientos del gobierno de Obama, emitidos por los departamentos de Justicia y del Tesoro en dos documentos en 2014, resolvió el problema en Estados Unidos, pero no para los bancos del mundo.
“Uruguay podría ser la punta del iceberg”, dijo Robison, el abogado de Colorado que se especializa en regulación de la marihuana.

Los farmaceutas en Uruguay estaban incrédulos al saber que sus cuentas bancarias podrían ser cerradas, al considerar los años de estudio y planeación que precedió al inicio de las ventas al menudeo de marihuana el mes pasado. La ley de marihuana de Uruguay fue aprobada en 2013.

“No podemos entender cómo el gobierno no tuvo la previsión para anticipar esto”, dijo Gabriel Bachini, el dueño de una farmacia en la ciudad costera de Colonia.

Desde que comenzaron las ventas, el número de compradores registrados en Uruguay se ha duplicado. Hasta el 15 de agosto, más de 12.500 personas se han inscrito a un sistema que verifica las identidades de los clientes con escáneres de huellas digitales y permite a los usuarios comprar hasta 40 gramos de marihuana al mes (a un precio de alrededor de 13 dólares por diez gramos, con lo cual se pueden hacer cerca de 15 cigarrillos, de acuerdo con activistas). Bajo la ley, solo los ciudadanos uruguayos y los residentes permanentes legales tienen permitido comprar y cultivar marihuana.

“La demanda ha sido alta”, dijo Bachini. “Las personas están emocionadas de que ya no tienen que ir a hogares o a aventurarse dentro de barrios” para conseguir marihuana.

En declaraciones por correo electrónico, los departamentos del Tesoro y de Justicia afirman que los lineamientos anteriores todavía eran aplicados. Sin embargo, expertos bancarios y legales señalan que el gobierno de Trump todavía no da a conocer indicios claros en esa área de su política.

Los funcionarios en Uruguay tienen la esperanza de que los legisladores estadounidenses aprobarán una ley que permita a los banqueros hacer negocios con vendedores de marihuana en estados y países donde esté regulada. Ed Perlmutter, representante demócrata por Colorado, presentó una iniciativa en abril que haría eso, pero los activistas dicen que ellos no esperan un cambio legislativo inmediato.

“Es irónico que las leyes destinadas para combatir el tráfico de drogas y el lavado de dinero han bloqueado a un sistema que tiene la intención de hacer precisamente eso”, dijo Hannah Hetzer, una analista de Drug Policy Alliance, que apoya la descriminalización de la marihuana. “Uruguay crea un mercado que desplaza al mercado ilegal”.

Bachini, el farmaceuta, dijo que todavía no tenía respuesta de su banco. Pero si amenazaban con cerrar su cuenta, él dijo, no dudaría en abandonar la venta de marihuana.

“Esta farmacia ha existido durante 30 años”, dijo. “Dejaría de venderla hasta que el asunto con Estados Unidos se resuelva”.

Fuente The New York Times